martes, marzo 06, 2007

El juicio del 11-M y la manipulación informativa

Hay en internet suficiente información sobre el 11-S para hacerse una idea cabal de que allí pasó algo raro, que la versión oficial no encaja de ninguna manera con lo sucedido, con lo contado en la prensa, con el orden en que se contó, la forma, y las intenciones de las “informaciones” de una cadena tan señera como CNN, que “manipuló” la forma en que el Mundo entero vivió aquellos acontecimientos, con imágenes de archivo de palestinos festejando el atentado, todo esto orquestado, se dice, desde los despachos que la propia CNN tiene en el Pentágono: la única cadena de televisión con sede permanente, despacho y línea directa, en el centro del poder militar de los Estados Unidos.

No es casual que cuando otras cadenas informativas deciden jugarse el tipo y robar la exclusiva de la “realidad” a la CNN, a las tropas de los Estados Unidos, accidentalmente, se les escape un tiro de cañón, un misil, o un obús, y este vaya a parar directamente y “por arte de magia” a donde se encuentran los periodistas de la “competencia”.

En España también podemos encontrar mucha información sobre el 11-M, y quizás por seguir la costumbre hispana de la chapuza bien hecha, a conciencia, a falta de misiles y obuses disuasorios que impongan la “verdad”, se utiliza el despiste del “enmierde generalizado”, con lo cual es imposible hacerse una idea cabal e inequívoca sobre quienes son los verdaderos autores de la masacre. La “extraña”, o como mínimo, incompetente labor de la policía y los servicios secretos, la en apariencia deficiente instrucción del sumario, los increíbles viajes y apariciones y desapariciones de una mochila bomba, ¿reconstruida?, ¿auténtica?, la tardanza, dos años, en averiguar el verdadero explosivo utilizado, todo muy propio, de ser cierto, de una película de Ozores o de una historieta de Mortadelo y Filemón, pero impropio de una realidad sangrienta con víctimas mortales, heridos y familias destrozadas para siempre, produce escalofríos.

La versión oficial tiene claro que fueron exclusivamente terroristas islámicos los autores de la matanza. Los medios de comunicación del Grupo Prisa, ligados al Partido Socialista y sus socios políticos, y los dependientes de entidades públicas (España es el país del Mundo que más dinero público malgasta en televisiones, radios y periódicos, bien dirigidos por el grupo político de turno) tienen bien claro que los autores son exclusivamente terroristas islámicos, entre otras cosas, porque así se estableció por la versión del grupo PRISA hace tiempo y así lo han dicho los mismos acusados: “no tenemos nada que ver con ETA, ni con el GRAPO”.

Para Prisa and Company, está claro que la palabra de los encausados es suficiente para insistir machaconamente en que: “ETA no tuvo nada, absolutamente nada que ver”.

Lo gracioso es que estos mismos encausados han manifestado: “condenamos estos atentados, estos crímenes no tienen nada que ver con el Islam, el Islam es contrario al asesinato indiscriminado de inocentes”. El que menos, aquel día 11 de marzo, estaba durmiendo en su cama y declara no tener nada que ver con la masacre.

Entonces... ¿Cuándo se debe creer ciegamente a los encausados por estos crímenes, cuando afirman su inocencia o cuando afirman que ETA no tiene nada que ver?

Para Prisa, TVE, y todo el largo rosario de entes públicos de comunicación que no dependen presupuestariamente del PP, los encausados mienten pérfidamente cuando afirman no tener nada que ver con la masacre, pero dicen la verdad, “palabrita del niño Jesús”, o “palabrita de Mahoma”, que sería lo suyo, cuando afirman que nunca tuvieron el menor contacto con ETA.

Independientemente de cual pueda ser la verdad sobre este asunto, las burdas informaciones y lavados de cerebro que desde el grupo Prisa, TVE and Company, la COPE, y los medios públicos que controla el PP, realizan a diario para imponer una versión o su contraria, guardan más parecido a un parte de guerra mortecino y monótono en el que el “informador” de turno, con una muy fingida y poco creíble imparcialidad, intenta imponer sus ideas y sus consignas, la mayoría de las veces, sino todas ellas, consistentes en un verdadero atentado a la inteligencia de la mosca cojonera, tan obvio, que debiera ser un delito penado con cadena perpetua cuando esta pretensión adoctrinante se traslada a la inteligencia humana del espectador.

En otras palabras: “independientemente del color del grupo político o la entidad privada politizada, los políticos y los medios de comunicación, graciositos y monologistas bien pagados incluidos, nos toman por auténticos imbéciles y débiles mentales”.

Que nivel.